Enfrentarse a la infertilidad de causa desconocida puede ser una de las experiencias más desalentadoras para las parejas que intentan concebir. La frustración crece cuando, tras someterse a diversos estudios y pruebas, no se logra encontrar una explicación clara para la imposibilidad de quedarse embarazada. Esta incertidumbre puede generar dudas y preocupaciones adicionales sobre el tratamiento de fertilidad más adecuado a seguir.
A pesar de este desafío, es importante entender que, aunque no se identifique una causa específica, hoy en día existen tratamientos de fertilidad avanzados que ofrecen nuevas oportunidades. Se trata de opciones personalizadas que, adaptadas a las necesidades de cada mujer o pareja, mejoran las probabilidades de éxito.
La infertilidad idiopática, también conocida como infertilidad de causa desconocida, se refiere a aquellos casos en los que, tras realizar un exhaustivo estudio médico tanto en la mujer como en el hombre, no se identifica una causa específica que impida la concepción. Este diagnóstico se aplica aproximadamente al 30% de los casos de infertilidad femenina y al 50% de los masculinos.
A pesar de la ausencia de una causa identificable, es importante destacar que la infertilidad idiopática no implica que no exista un factor subyacente; más bien, indica que las técnicas diagnósticas actuales no han logrado detectarlo.
En estos casos, los profesionales de la salud suelen recomendar iniciar tratamientos de fertilidad para aumentar las posibilidades de concebir, aunque no se haya determinado una causa específica.
Existen varias razones por las cuales no se puede identificar una causa concreta tras realizar los estudios iniciales. En primer lugar, la infertilidad es un proceso complejo que involucra una interacción entre múltiples factores biológicos, fisiológicos y ambientales. A veces, los exámenes estándar no son capaces de detectar problemas sutiles o complejos que puedan estar afectando la fertilidad.
La infertilidad de causa desconocida puede resultar desconcertante para las parejas que desean concebir. A pesar de someterse a evaluaciones médicas exhaustivas, en ocasiones no se identifica una causa específica que explique las dificultades para lograr el embarazo. Sin embargo, existen pruebas adicionales que pueden arrojar información valiosa y guiar en la elección del tratamiento de reproducción asistida más adecuado.
Esta prueba evalúa la integridad del material genético de los espermatozoides. Un alto nivel de fragmentación del ADN espermático se ha asociado con una disminución en las tasas de fecundación, desarrollo embrionario y aumento en el riesgo de aborto espontáneo.
Diversos factores pueden contribuir a la fragmentación del ADN, como estrés oxidativo, varicocele, infecciones o hábitos de vida poco saludables. Identificar este problema permite a los especialistas recomendar tratamientos de fertilidad específicos, como la suplementación con antioxidantes o técnicas de selección espermática más avanzadas.
El sistema inmunológico puede influir en la fertilidad, especialmente en casos donde el cuerpo de la mujer produce anticuerpos que afectan la calidad del semen o la receptividad del endometrio. Pruebas como la detección de anticuerpos antiespermatozoides o anticuerpos antinucleares pueden ser útiles para identificar posibles incompatibilidades inmunológicas entre la pareja.
Si se detectan anomalías, los tratamientos pueden incluir terapias inmunomoduladoras o la elección de técnicas de reproducción asistida que minimicen la influencia del sistema inmunológico en la concepción.
La receptividad del endometrio es fundamental para la implantación embrionaria. Pruebas como el Test ERA (Endometrial Receptivity Array) analizan la expresión génica del endometrio para determinar el momento óptimo de implantación.
Este test ayuda a identificar si la ventana de implantación está desplazada, lo que permite ajustar el momento de la transferencia embrionaria en tratamientos de fecundación in vitro. Además, evaluar la microbiota endometrial puede ser relevante, ya que alteraciones en la flora bacteriana del útero se han asociado con problemas de fertilidad.
La ausencia de una causa identificada puede resultar frustrante para las parejas, ya que dificulta la elección del tratamiento más adecuado. Sin embargo, existen diversas opciones terapéuticas que pueden mejorar las probabilidades de embarazo, incluso en ausencia de un diagnóstico claro.
La inseminación artificial consiste en depositar espermatozoides seleccionados directamente en el útero de la mujer durante su periodo fértil. Este procedimiento aumenta la concentración de espermatozoides en el lugar de la fecundación, mejorando las posibilidades de embarazo. Es especialmente útil en casos de infertilidad masculina leve o problemas cervicales.
La fecundación in vitro es un proceso en el cual los óvulos son fecundados por espermatozoides en un laboratorio. Posteriormente, los embriones resultantes se transfieren al útero de la mujer. Este tratamiento es eficaz en diversos casos de infertilidad, incluyendo aquellos de causa desconocida.
Dentro de la FIV, existen técnicas avanzadas que pueden aumentar las tasas de éxito:
La elección entre IA y FIV con técnicas avanzadas dependerá de las características específicas de cada caso concreto. Es fundamental consultar con un especialista en reproducción asistida para determinar el tratamiento de fertilidad más adecuado y personalizado.
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